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15/2/23

Poema de Stella Marys Darraidou

 


El que inauguraba los días

tenía surcos en las manos

y hacía surcos en la tierra,

la tierra y sus manos

sus manos y la tierra,

ir y venir de la faena y el cuidado,

entre el maíz y las lluvias

entre el sorgo, vacas lecheras y sequías.

El que se había bebido el horizonte

a caballo y con la escarcha de las madrugadas,

tenía las manos cuarteadas,

una mirada muy clara y

un silencio largo en la garganta.

Nunca le pregunté si era feliz

yendo del tambo al palenque,

nunca le pregunté qué hubiera querido ser,

mientras yo crecía llanura, barro, sulky,

leche recién ordeñada y terneritos tambaleantes

que él ayudaba a nacer.

 

© Stella Marys Darraidou

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