El nono Fernando
Una vez al año, el nono visitaba Obanta.
No lo veían casi nunca porque él
vivía con “la otra familia”
que la nona Marcelina nunca nombraba.
Mi mamá niña y sus primos
esperaban en la galería bañados
y vestidos con la ropa de salir.
Cuando aparecía en la tranquera un hombre
alto de traje los once corrían, estampida
de abrazos, de saltos.
El nono Fernando extendía sus manos
grandes,
los esperaba para envolverlos a todos.
Después repartía regalos y les contaba
sobre
ingenios que había construido en Jujuy y
represas
en Concordia sobre el río Uruguay, que no
era
como el río Salí, sino más azul y más
grande.
A la hora de los grillos, la despedida
y todo era largo, los abrazos y el camino
hasta la tranquera pidiendo otras
historias.
Mi mamá niña miraba los ojos llorosos
de su madre Porota al saludarlo y no
entendía
por qué el nono sabedor de tantos cuentos
quedaba en silencio.
El día que el nono Fernando murió,
la nona Marcelina se vistió de negro y rezó
todo el día pero no fue al velorio
porque era el lugar “de la otra”, tampoco
sus hijos salvo Porota. Mi mamá niña
quiso ir pero ese era un lugar
de otra estampida de nietos.
© Ohuanta Salazar
Hermoso y conmovedor texto. Un beso. Dirbi Maggio
ResponderEliminarAyyy tan lindo leer una historia en un poema tan bien escrito. Nada se puede quitar ni agregar. Adoro tu poética Ohuanda❤️🦋
ResponderEliminarQue maravilla Ohuanta, es una escena que nos salpica o sacude con su emoción. Una maravilla. Gracias gustavo por compartirla.
ResponderEliminarTriste y bonito poema!
ResponderEliminarBesosss
Tremendo texto. Impecable. Felicitaciones Ohuanta
ResponderEliminarCristian Jesús Gentile
Gracias por tu generosidad, Gustavo. Gracias a todes por sus comentarios.
ResponderEliminarIntenso y bello hasta las lágrimas ❤️
ResponderEliminarFlora levi
Hermoso!
ResponderEliminarHermoso Ohuanta!!
ResponderEliminarMe recordó a la penosa historia de “doble familia” de los Duarte. Muy bien llevada la narrativa poética.
ResponderEliminarSusana Giraudo