XVIII. La luna
Puedo verte bracear en el estanque
procurando llegar a alguna orilla.
Un fango oscuro lame tu contorno.
Mi luz especular
conjura el sortilegio donde viven tus
sombras:
una alucinación viscosa, amniótica,
pura emoción sin bordes ni frontera.
Soy Selene.
Soy Ishtar.
Soberana de mares y de vientres.
Astarté.
Mama Quilla.
Divinidad triforme:
doncella virginal, madre, hechicera.
Contémplame.
La oscuridad revelará el misterio:
arco iris del cosmos que se eleva
alimentando a Helios,
con cuya luz revelo mi presencia.
Esta noche soy Diana cazadora.
No insistas, como Acteón,
en descubrir el rictus de la cara que
oculto.
Mis sabuesos custodian los portales,
Perséfone conduce la jauría.
En la noche del alma,
no temas al cangrejo zodiacal:
él puede revelar la matriz cósmica.
Te has atrevido al rito de pasaje.
Los miedos ancestrales no te agobian:
tu intuición es la balsa.
Ya lo sabes:
cada dolor no fue más que un peldaño.
Más allá de las torres
espera el mundo fértil de tu conciencia
plena.
© Claudia Ferradas
Imagen enviada por la autora del poema
Profundísimo. Gracias Claudia. Alfredo Lemon
ResponderEliminarMuy hermoso, Claudia. Lleno de imágenes que resuenan poéticamente en el inconsciente y fascinan al lector. Gracias. Un beso. Dirbi Maggio
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