cosa extraña
es ver adultos bailando
músicas
que recuerdan al maíz disgregado
a la memoria de niebla
que pone a bailar la cumbre
en montañas imaginarias
pero más extraños
es repetirse en ciertos
signos flotantes
en ciertos cuerpos crucificados en el
tiempo
ruinas que también se escriben
y necesitan de los ojos para perdurar
en la sustancia y las alcobas enajenadas
en cierta tensión del aire
que
llega
con la Cruz de Sur
y arrastra las voces
las apariciones amarillas
hasta la orilla del astro domado,
hasta las piedras donde el infinito
mira amanecer los trenes mientras
lava a sus monos de tan espléndida
borrachera
© Ariel Ovando
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