FINAL DE LA SAGA
a Daniel
Ponce, a nuestra generación perdida y recobrada
Soy mi madera, soy el alto roble del que fui cortado una y otra vez. Y soy también el débil yacente que dice Soy mi madera; y ambos, al fin, volamos aguas abajo. El aire silba, sangra en los remos dormidos. Todos, menos esto que aún sueña, se han rendido: desgarradas frases, bocados en voces, migajas de letras… Y otros cenan, ahora, en el lecho fluvial.
Allá voy…, vamos... La herrada cabeza bajo el timón de popa que vacila y no aprueba; que nunca me dará su bendición.
Soy también mi espalda rota, mis largas piernas señalando el rumbo y esta mano, ayer diestra, sobre las contadas posesiones.
Soy mis ojos crucificados por la visión. ¿Mas hoy quién se apedrea en las guerras divinas? ¿Quién vive tan alto para morir en ellas?
La mano ansía el borde dentado del hacha, impreca el basto hierro de las espadas o agita unos abalorios sin sonreír por ello.
Aguas abajo. No has mezquinado ni una gota de sudor.
Pacientemente escuchaste al Idiota que reencarna incesante entre pares e impares. Tu alma desovó en el origen… ¿Qué más de lo efímero?
Soy roble y me acompaño; parto conmigo la suerte de los olvidados. Soy el veloz tajamar y la serpiente de proa, maldita ya por las verdades. Pero ¿no había a mi lado otro guerrero, su torvo espectro o su nada? De él será sin duda la mano siniestra que escancia el alquitrán, su roja ira. Oye a tu vela, feliz como esa luna, lamentándose.
Aguas abajo, nada nos importa. Esos peces que vuelan de babor a estribor; el salmón de los rápidos aleteando al fin en el río turbado… Óyelos balbucear: “Olvida, olvidalas palabras importantes.”
Ardemos hacia abajo. Mira cómo acuden los brazos de las diosas. Allí, entre las cenizas… ¿Pero nadie las ve?...
¡Diablos!, ya libramos la batalla perdida.
© Daniel Gayoso
en ocasiones intentar decir algo sobre la lectura, es innecesario, me encanto, gracias
ResponderEliminarPatricia Corrales
Poema notable Daniel. Saludo desde Córdoba, Alfredo Lemon
ResponderEliminar