Así estamos
Así son las cosas, tira el jefe con pena
ensayada, una mordida en sus labios
y leve inclinación craneana, como
quien se entrega a la providencia,
revela
poco de sus intenciones y redobla la
apuesta:
qué se le va hacer, las cosas son así
ejecuta el dogma con ademanes de piedra
impulsa a que recibamos los golpes
rechinados al aguante como única salida
en la eterna espera de lo que nunca pasa.
En determinados momentos afrontamos
un derrumbe que no ha existido, se recortan
los proyectos con reservas apocantes y
en algunos meses se repite en cada casa:
cuando no hay remedio no se cura, aunque
si fuera factible un santo remedio,
seguramente
no estaría al alcance de manos laboriosas.
No ayuda la mansedumbre, pasarse al bando
de ganadores
no, tampoco ser el primero de la lista en
el reparto de migajas,
o ganarse una muda de ropa en el Ejército de
Salvación.
Si no lo piensan mucho andan de rodillas
hacia la fuente de los milagros, una
burbuja que
separa las causas de su entorno, un alivio
de las
presiones, porque nadie recuerda a los
mártires
de Chicago en vacaciones o un sábado por la
noche
lo que es así, es así nomás, dice el
talabartero
con tono convincente, ¿para qué vamos a
mentir?
¿quién te va dar una mano si te puede
quitar las dos?
Así estamos, si no alcanza es lo de menos
nadie se anima a otra cosa. Cada uno
con cada cual. Cada uno tiene lo que
merece.
Cada
cual hace lo que quiere
en esta zona de oportunidades.
¿Por qué preocuparse? eso es para problema,
se escucha el bufido de un asimilado.
Quédense bajo la sombra así no se derriten
no se muevan mucho, así no les falta
refresco
quietos ahí, eh! indiferentes, sin prisa y
sin pausa.
Dios sabe lo que son necesidades, y cuando
no concede
es porque no trabajan bastante para
obtenerlo.
Vayan para adelante, pronto encontraremos
culpables buscando fortunas en suelo
rocoso,
vayan para adelante, todo lo demás
se acomoda, como en el carro
mientras se sacuden los melones.
Así estamos, sin prisa y sin pausa,
trastornados pero en gracia divina,
bendecidos por la santa paciencia
con pocos disturbios o manifestaciones
porque si hay un estallido, de inmediato
cientos de cabezas de cordero
terminan en un barranco, pero
acurrucados entre cartones podemos
considerarnos un privilegio al aire libre.
Así estamos, como frente a un mago,
en suspenso, estupefactos, porque con
ilusiones grandes y sin movimiento
exigimos menos proteínas, y no hace falta
una adivinanza sobre lo que viene.
Ya sabemos, cada día termina más abajo
y nadie nos cura la angustia del mañana.
© Fernando Gabriel
Caniza
Excelente poema Fernando. Bravío. Filigrana de un contexto vivencial, muy bien escrito. Alfredo Lemon desde Córdoba
ResponderEliminarGran poema, acuciante y cuestionador
ResponderEliminarGracias y abrazo. Inés Legarreta
Fortísima interpelación!
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