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16/12/22

Poema de Fernando Gabriel Caniza

  



Así estamos

 

Así son las cosas, tira el jefe con pena

ensayada, una mordida en sus labios

y leve inclinación craneana, como

quien se entrega a la providencia, revela 

poco de sus intenciones y redobla la apuesta:

qué se le va hacer, las cosas son así

              

ejecuta el dogma con ademanes de piedra

impulsa a que recibamos los golpes

rechinados al aguante como única salida

en la eterna espera de lo que nunca pasa.

                             

En determinados momentos  afrontamos

un derrumbe que no ha existido, se recortan

los proyectos con reservas apocantes y

en algunos meses se repite en cada casa:

cuando no hay remedio no se cura, aunque

si fuera factible un santo remedio, seguramente

no estaría al alcance de manos laboriosas.

              

No ayuda la mansedumbre, pasarse al bando de ganadores

no, tampoco ser el primero de la lista en el reparto de migajas,

o ganarse una muda de ropa en el Ejército de Salvación.

 

Si no lo piensan mucho andan de rodillas

hacia la fuente de los milagros, una burbuja que

separa las causas de su entorno, un alivio de las

presiones, porque nadie recuerda a los mártires

de Chicago en vacaciones o un sábado por la noche

 

lo que es así, es así nomás, dice el talabartero

con tono convincente, ¿para qué vamos a mentir?

¿quién te va dar una mano si te puede quitar las dos?

 

Así estamos, si no alcanza es lo de menos

nadie se anima a otra cosa. Cada uno

con cada cual. Cada uno tiene lo que merece.

Cada  cual hace lo que quiere

en esta zona de oportunidades.

 

¿Por qué preocuparse? eso es para problema,

se escucha el bufido de un asimilado.

Quédense bajo la sombra así no se derriten

no se muevan mucho, así no les falta refresco

quietos ahí, eh! indiferentes, sin prisa y sin pausa.

Dios sabe lo que son necesidades, y cuando no concede

es porque no trabajan bastante para obtenerlo.

Vayan para adelante, pronto encontraremos

culpables buscando fortunas en suelo rocoso,

vayan para adelante, todo lo demás

se acomoda, como en el carro

mientras se sacuden los melones.

 

Así estamos, sin prisa y sin pausa,

trastornados pero en gracia divina,

bendecidos por la santa paciencia

con pocos disturbios o manifestaciones

porque si hay un estallido, de inmediato

cientos de cabezas de cordero

terminan en un barranco, pero

acurrucados entre cartones podemos

considerarnos un privilegio al aire libre.

              

Así estamos, como frente a un mago,

en suspenso, estupefactos, porque con

ilusiones grandes y sin movimiento

exigimos menos proteínas, y no hace falta

una adivinanza sobre lo que viene.

Ya sabemos, cada día termina más abajo

y nadie nos cura la angustia del mañana.

 

© Fernando Gabriel Caniza

3 comentarios:

  1. Excelente poema Fernando. Bravío. Filigrana de un contexto vivencial, muy bien escrito. Alfredo Lemon desde Córdoba

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  2. Gran poema, acuciante y cuestionador
    Gracias y abrazo. Inés Legarreta

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  3. Fortísima interpelación!

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