Si volviese atrás el orden de las cosas
un delito flagrante, una moneda
caería del bolsillo
y en el suelo
algún niño quizás la tomaría;
quizás la lustraría en su manga.
Bajaría el telón
un homicida.
Pero el orden no supera los azares
y esa moneda no encuentra
su bolsillo.
Vaga el niño sin pensar en otra cosa
que en su prueba cotidiana,
su amor inconfesado,
su pálido secreto.
© Daniel Rafalovich
Sublime.
ResponderEliminarEs un poema íntimo. Pero se universaliza en las metáforas moneda-niño con múltiples connotaciones... Apenas una:
fue leerlo y levantar la vista a un cuadro que atesoro de nuestro Juan Arancio: es el retrato de un niño de la costa, con su gorra y saco raídos, que sostiene una moneda y la contempla. El centro de la escena es un sutil rictus de desazón en los labios del pequeño, pero hay mirar-viendo muchas veces el cuadro para percibirlo y que, parafraseando a Hernández, nos dé su gesto en el pecho... Lo mismo pasa con tu poema: más lo leo y más golpea.
Abrazo, querido Daniel.
Verónica Capellino
Me encanta 😊
ResponderEliminarHernoso
ResponderEliminarPrecioso Dani 🥰!!!! Gracias!!!
ResponderEliminarGracias por la lectura y los comentarios.
ResponderEliminarHermoso, Daniel.
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