Salar de Atacama
A
Carlos Lezcano
todas las madres del mundo han llegado
hasta aquí
en fila todas como las cordilleras
traspasadas de todos los vientos posibles
han llegado para llorar por sus hijos
los siempre nacidos y afiebrados
los siempre rebeldes en favor del sol y las
migraciones
como en manada han llegado a llorar sólo a llorar
han llegado sedientas a brotarse desde las
entrañas del desierto
a rumiar la ausencia como si fueran
pastizales de silencio
¡boro!¡boro!
suenan vacíos los tambores
y la luna oxidada acerca su cornea maldita
derrama gigante su lengua de mercurio y
lame las heridas
en la noche larga han llegado en la noche roja han llegado
en fila y solas mientras los flamencos
hurgan y hurgan en el agua
los átomos vivos del crepúsculo
y picotean y picotean hasta agujerear el
litio dormido en los kriles
en la noche quieta de marfil han llegado
casi de rodillas se han postrado llenas de
inmensidad y de mareas en retirada
vi el temblor de sus pómulos
sus convulsiones
la tormenta inacabada de sus huesos
anunciando los terremotos
las vi dormirse exhaustas
narcotizadas por sus hambres de caricias
las vi intentando redimir la tierra con sus
lágrimas
nacer desde la sal amniótica del desierto
y sus dolores no eran de este mundo
pero ¡Sí! sus llantos
más sí que el dedo de dios
escribiendo en el cuero curtido de los
volcanes
en las llagas petrificadas
en el baile quieto de los vientos del sur
las vi
y allí sus lágrimas-ríos su lágrimas-mar
ardieron en la gran cocina
en la silenciosa caldera donde los NN
se quedaron para siempre evaporando sus
nombres
doliendo el aire de los vivos
en un temblor detenido de vértebras estelares
© Rodrigo Galarza
Poema inmenso/intenso Rodrigo! Interpela y dice muy bien. Gracias! Alfredo Lemon
ResponderEliminar