7/10/22

Poema de Ariel Ovando

 


MÚSICA INSULAR

 

Acaríciate la lengua con todos los demonios,

y prepara tempestad en los ojos nativos.

En el dorso enrojecido,

fabrica el surco de pavuras;

islas desgarradas

en el pecho del jaguar de las hojas

 

Como el insecto en el cuenco de sal, como la carne del idioma

curtida por tejedoras de un rocío pálido e incierto-

esa levedad del hombre entre dos mundos,

entre arcillas que devienen vanas y laboriosas,

y que vuelven amarillas las aguas en los ojos del ciervo

si cruza las neblinas, encendiendo palabras bosques o insectos

en la boca de un moribundo,

                                          -acaríciate esa lengua,

y también los silencios,

el dulce manar del tiempo

desde el centro del árbol prodigioso

y puesto a arder sobre un mapa

                                   de ganados marchitos;

agua desdeñosa,

                        acaricia,

y el silencio

por las criaturas

que calientan sus corazones

con el hornillo de palabras;

acaricia bordado de Benarés

tierno botón que abre la centuria

                                                  de cóleras,

donde la flecha se torna sonoro espejo

para la prosodia de los adornados

 

Acaricia idiomas entornados en los cuerpos,

los largos fuegos arrobados en el centro del bosque,

los vocablos amatorios que sobrevivan al devenir

de las plantas acuáticas sobre las grandes ciudades;

y acaricia lo fugitivo

la flecha y el fantasma que hace miles de años

evita ser herido por la punta de pedernal,

por el agua que corre por las piedras para no ser agua.   

Lo demás es otro verbo por pervertir con el uso.

Otro abismo que contemplar desde nuestros ojos de tigre.        

  

Acaricia el ala que sale de tus ojos arrancando

con furia, el carbón ancho y vulnerado de tu silencio

hasta hacerlo florecer en palabras,          

hasta hacerlo nacer en miles de cuerpos

que el mar de las constelaciones

devuelve cantando,

renaciendo.

 

Acaricia el collar de palabras

después de sentir pavor en otro hueso,

en otro verbo encarnado

sobre el lustro de las mareas;

acaricia el códice de los jardines perfumados,

que el abejorro nazca de la estrella

y su lengua se tense en gemelas épicas de amapola:

prehistoria de cuerpos que crecen al fondo de sí mismos,

acarreando voces desde el fondo de las voces,

mirando las tormentas sin cantar o enloquecer;

prohijando flores y hormigas carnívoras por igual,

veneros de palabras, donde nos tornemos río,

 

río de luciérnagas en el reverbero de sombras,

un infinito de islas elocuentes

en la boca caída

de bruces

en los calendarios presididos por el sol,

en las aguas pavorosas del sentido.

 

© Ariel Ovando

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2 comentarios:

Anonymous Anónimo ha dicho...

Majestuoso, exaltación de imágenes lanzadas y bien direccionadas hacia múltiples aristas. Gracias, Alfredo Lemon

8 de octubre de 2022, 16:08  
Blogger playalagarto ha dicho...

Gracias por tus comentarios, estimado Alfredo.

17 de octubre de 2022, 0:25  

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