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10/9/22

Poema de Claudia Ferradas

 


XIII. El arcano sin nombre

              

¡Ay, pobre Yorick!

William Shakespeare, Hamlet, V, i 

 

No sé por qué te espanta mi llegada.

Después de todo, soy tu mayor certeza.

Sé que no es preciso presentarme.

     Podrás reconocerme a pesar de las máscaras

y pronunciar mi nombre.

Dame la bienvenida,

porque con mi guadaña ensangrentada

        vengo a desmalezar tu territorio.

 

Urano te propuso que transformes

todo lo que creías inmutable.

Hades, con su energía ancestral, te ha desmembrado,

decapitó al que eras, montado en tu carro de soberbia,

pero si te atreviste al sacrificio,

ya podrás levantarte, renovado.

 

Ahora es tiempo de duelo.

Quizás sientas que tu alma se desgarra en jirones.

Lo lamento.

Es preciso que veas

la ofrenda que entregaste al inframundo

sembrada en el pasado estéril

y así reverdecer

hasta que Cronos permita otra cosecha.

 

No me niegues.

No se trata de nada personal.

Yo soy esa estructura que sostiene

el orden ancestral del universo.

Del mismo modo,

tu esqueleto será lo que perdure cuando mudes de piel

y tus huesos marcarán tu presencia

cuando cambies de plano y tu carne sea polvo.

Soy tu sombra interior.

Solo cuando me aceptes

tu propia vida cobrará sentido.

 

Vengo a invitarte a celebrar el tiempo

con autenticidad,

la única victoria posible sobre Cronos,

a ver mi destrucción como esplendor,

a crear otra historia con todo lo que resta de tu vida

hasta el día que cruces el umbral

sin ningún equipaje y sin preguntas.

 

Soy la transmutación:

entre mis huesos vive    

la energía creativa que todo lo transforma.

Soy Tánatos, alado como Eros,

coreografía de la eternidad.

 

© Claudia Ferradas

Imagen enviada por la autora del poema

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