SEMÁFORO
Niños a paso de hombre
van de un auto a otro
por una ayudita.
Uno de ellos se fija en mí.
En la otra vereda me espera
el vecino de enfrente
–un anciano solo que vive
con un anciano solo–
para que almorcemos.
Me puso una cinta roja
en el pescuezo
y un nombre
que no me gusta.
© Diego E. Suárez
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