Se han perdido
en la niebla de mis ojos
los barcos que tanto amé,
los que han navegado
el horizonte de enero aquellos
viajes siempre inconclusos.
Nada era pequeño, ni los ojos
rojos del fracaso ni la tierra seca
de los niños que nadie mira
todos han desaparecido, hasta
la tierra misma polvo de universo.
Pero los barcos nacen majestuosos
no se hicieron para vivir
ocultos o ignorados,
participan de la humilde
obra del crepúsculo,
saben los caminos del mar,
dibujan los anónimos marrones del rio,
y duermen con los últimos fantasmas de la
noche.
De todas las criaturas
que han surcado la tristeza,
de todos los días armoniosos,
de todas las gracias que cantan
me quedo con la libertad del barco
cuando sube por la mañana
con la forma del aire.
© Daniel Arias
Desde su comienzo se advierte un poema maduro y preciso. Ya en sus imágenes, ya en sus conceptos. Me encantó. Alfredo Lemon
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