Poema de Lydia Helander
ÁLAMOS PLATEADOS
Deseaba escribir sobre los árboles,
pero al mirar el ficus del jardín,
tan obstinadamente seco
y el fresno tan oscuro y pelado
como una telaraña de cristal,
perdí todo entusiasmo
y me quedé esperando
que resistan hasta que llegue
el reverbero del verano.
No me pasó lo mismo con los pájaros
que picotean ramitas indefensas.
Amantes invernales de los árboles
besan cortezas y hojas secas
y luego huyen
si alguien se asoma al patio.
Cuando era una niñita
sólo había calandrias
sobre la larga hilera
de álamos plateados.
La ventisca del sur
azotaba sus frondas
y nunca supe
donde se iban los pájaros
Abedules y paraísos
pueblan hoy mi lectura
retomando la ruta de los árboles.
Mister Frost y Bellessi,
la cuerda que dios tensa
como dijera Góngora,
un bosque detenido
en la espesura del corazón
como un milagro.
© Lydia Helander
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