Nada quedará
El ventarrón cenizoso
arrasa las monocromías
que soñó ésta ciudad.
En el museo se perdieron
los ocasos retratados,
y caducaron las mañanas
en el presente privatizado.
Es necesario y urgente
pintar en el lienzo de lino
los aromas de la ingenuidad,
retratar las miniaturas
que ríen como locas,
y a las flores
escupiendo su polen
porque saben que la muerte
le teme a la vida.
Aún tenemos tiempo de salvarnos
antes que el apocalipsis
nos convierta
en ganancias del cipayo.
© Luis Daniel Álvarez
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