PAREDES NEGRAS
La disparidad de esos dulces gestos
que ella decía tener para conmigo
en el saloncito de paredes negras
donde nos dejábamos estar por horas
mirándonos afanosamente
en el intento de leer por turnos
los pensamientos del otro.
Siempre lo previsible
entre las cuatro paredes negras
desentonaba con los dulces gestos
que yo decía tener para con ella
cuando nos sentábamos por horas
uno frente al otro
en el saloncito por ambos escogido
tal vez por esa apariencia de caja
que las negras paredes le conferían
para que nuestras sesiones tuvieran
la adecuada ambientación que ofrece
la más celosa privacidad.
Entre esas cuatro paredes negras
recuerdo a veces.
© Luis Bacigalupo
Gran poema y muy bueno ese juego de decires!!, Luís!
ResponderEliminarBesosss
Muy sugestivo. Voces en una caja...abrazo.Inés Legarreta
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