En la casa
viven nueve gatos
ninguno es
mío, ni uno solo
me
pertenece
tampoco los
muebles, apenas
me adueño
del espacio
donde
transcurren los acontecimientos
donde las
palabras
hacen eco,
me adueño
de la
tierra seca
que se
desprende de mis zapatos
al
atravesar la puerta.
Vengo de la
guerra, comando
un ejército
de soldados diminutos
que se
derriten al sol cuando descuido
mis deberes
bélicos, la estrategia
que me
enseña a sobrevivir
volviéndome
invisible.
Los gatos
son de la casa, yo
pertenezco
al bosque de los sauces
que se
tuercen como gritos
y me hacen
lugar, piel con piel
para soñar
bajo la hipnosis
del cántico
que expulsan las chicharras
en el sopor
del verano.
A veces
ellos, los gatos
custodian
el porche y saltan sobre mí
con todas
sus uñas, me despedazan
me muerden
hasta volverme
tierra de
mis zapatos sobre las baldosas
que la
abuela baldea sin piedad
hasta el
agotamiento
de un modo
hermoso, soleado
así
me
despedazan hasta dejarme
intacta,
igual a mí
antes de
ser yo: vacío, palabra, parte
de los acontecimientos.
© Melisa Mauriño
Me encantó, Mel. Hay imágenes muy potentes.
ResponderEliminarMuchas gracias, Vale! ❤🥰
Eliminar