Yo no tuve una abuela
fogón de relatos
ollitas humeantes
telar que congregue.
No vi perderse en el horizonte la piel del
caballo.
Nunca me bañé en la aguada.
Y no corrí a la intemperie, descalza.
He vivido presa.
Pero no puedo mentir esa historia.
No puedo decir “en mi recuerdo de infancia
los mayores…”, algo.
Porque no había mayores.
Tampoco había infancia.
Trato de reconstruirla.
Junto elementos pequeños para pensar una
imagen.
Una hamaca, una niña, una tortuguita.
Se pierden.
Trato de ficcionar un relato mapuche a la
usanza
para llenar el inciso
pero vi a mi abuelo delirar las chivas en
una pieza de barrio. En Esquel. En el Barrio Roca.
Cuando no pudo más habitar su tapera camino
a La Zeta.
Lo vi regando con vino el cerámico limpio.
Era perfecto ese círculo.
Y vi a la tía correr a puteadas mientras
torcía el trapo de piso
y con él nuestra historia
caían las gotas de vino como cayera la
sangre
las lágrimas
como estas palabras caen.
Esos son mis recuerdos
Se teje ahí mi memoria.
Porque vi eso de niña y pensé “mirá qué
loco el abuelo”
Y veo lo mismo al trasluz de la historia, y
pienso: “cuánto dolor y ternura, mi abuelo, su ofrenda”
No sé cómo presentarme.
Abro la boca y se traba el tuwün, balbuceo
el kupalme.
Tampoco puedo nombrar a mi madre, por
miedo.
No puedo hacer pentukun.
Tengo, sin embargo, don de la palabra.
Yo soy Viviana Ayilef
Nací en Trelew
Sigo viva.
Esas son las líneas de mi corazón
aunque no tuve una abuela que me contara un
relato.
© Viviana Ayilef
Melancólico ,me apena porque si tuve eso...gracias por recordarmelo.
ResponderEliminarPrecioso
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