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27/4/22

Poema de Viviana Ayilef

  


Yo no tuve una abuela

fogón de relatos

ollitas humeantes

telar que congregue.

 

No vi perderse en el horizonte la piel del caballo.

Nunca me bañé en la aguada.

Y no corrí a la intemperie, descalza.

He vivido presa.

 

Pero no puedo mentir esa historia.

 

No puedo decir “en mi recuerdo de infancia los mayores…”, algo.

Porque no había mayores.

 

Tampoco había infancia.

Trato de reconstruirla.

 

Junto elementos pequeños para pensar una imagen.

Una hamaca, una niña, una tortuguita.

Se pierden.

 

Trato de ficcionar un relato mapuche a la usanza

para llenar el inciso

 

pero vi a mi abuelo delirar las chivas en una pieza de barrio. En Esquel. En el Barrio Roca.

Cuando no pudo más habitar su tapera camino a La Zeta.

Lo vi regando con vino el cerámico limpio. Era perfecto ese círculo.

Y vi a la tía correr a puteadas mientras torcía el trapo de piso

y con él nuestra historia

caían las gotas de vino como cayera la sangre

las lágrimas

como estas palabras caen.

 

Esos son mis recuerdos

Se teje ahí mi memoria.

 

Porque vi eso de niña y pensé “mirá qué loco el abuelo”

Y veo lo mismo al trasluz de la historia, y pienso: “cuánto dolor y ternura, mi abuelo, su ofrenda”

 

No sé cómo presentarme.

Abro la boca y se traba el tuwün, balbuceo el kupalme.

Tampoco puedo nombrar a mi madre, por miedo.

No puedo hacer pentukun.

Tengo, sin embargo, don de la palabra.

 

Yo soy Viviana Ayilef

Nací en Trelew

Sigo viva.

 

Esas son las líneas de mi corazón

aunque no tuve una abuela que me contara un relato.

 

© Viviana Ayilef

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