El mismo poema
¿En qué momento terminamos escribiendo
todos el mismo poema?
¿En la noche que el hambre se relame
y nos dicta al oído
la aridez de las paredes del estómago?
¿En la noche que la luna nos corta la luz
ponderando las bondades de la ceguera?
Seguramente.
Pero no.
A ciencia cierta
no somos todos.
Muchos aún ven pan
en las migas perdidas entre la mugre de las
uñas
de tanto rascar el mantel
que ya no estrena copas nuevas
ni flores
Y aun así
llena los platos en una sopa de silencio y
municiones
Ahora que lo pienso...
¿Cuántos poemas pueden patear la mesa
sin dejar propina?
Todos.
Todos los poemas deberían patear tableros
crear puentes
abrir fuego
hacer el amor
Y no dejar propina
Ya me saben,
que nunca estuve de acuerdo
Yo pago la cuenta
Que el opresor pague los sueldos.
© Andrea López
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