Agonía
A mi abuela
Lentamente la peino.
Suspira sus postreros pesares
que se desploman sobre mí.
Hediondez que viene de la cama de al lado.
Ojitos pegoteados.
Ósmosis de calma y desesperación.
Oxígeno hueco.
La vuelvo a atusar con mucha timidez.
Lo único que sobreviven
son los bártulos que velan en la memoria.
Aguardo que el cielo linde sobre ella,
que se vaya por la cánula de su puericia.
© Alejandro Cesario
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