Estuve una hora
esperando que el pez
mordiera el anzuelo.
Mientras,
una lejanía de bombas caía
en plaza de mayo,
una pequeña explosión tropical
hacía temblar
al continente,
desde las estrellas
una perra ladraba
tyav-tyav (en ruso),
un muro me separaba
de oriente
y dos botones rojos
eran la mayor preocupación
en todo el mundo.
En esa hora, lo más importante
que ocurría en mi vida
era un pez que no se dejaba
atrapar.
© Hernán Jaeggi
Hernán, poema tonelada de realidad que derrumba sobre nuestra indiferencia. Gracias. Excelente.
ResponderEliminarEstupendo poema. Un gusto leerte.
ResponderEliminarGracias
norma starke
👏👏👏👏
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