Limpio las comisuras de tus labios con la
servilleta de papel. La dentadura de plástico está fuera de control e imagino a
un autómata que por la noche tendré que refregar y enjuagar con mucho cuidado.
Tantos días, vos y yo acá encerrados, armaron un cúmulo de rituales: las
vainillas de “El Progreso”, los libros de historia del arte abiertos sobre el
sillón del acompañante, la “Oda a la alegría” saliendo de mi teléfono.
© Verónica Pérez
Arango
Durísimo.
ResponderEliminarReal y doloroso.
ResponderEliminarSaludos.
Anahí Duzevich Bezoz
tremendo dolor !!!
ResponderEliminarUna escena: la vejez y la espera.Abrazo, Inés Legarreta.
ResponderEliminarUn tristísimo retrato de la vejez, con sus dos protagonistas. Durísimo, sobre todo en estos tiempos de encierro. Por lo menos el poema permite cierto desahogo.
ResponderEliminarJuany Rojas