Asisto al milagro de la vida
y me rodeo de las continuas voces
para herir los pasos del silencio.
Busco la mano del sol,
huyo de la nieve,
contemplo la lluvia
como a una perpetua compañera.
Me detengo en un puerto imaginario
donde parten los barcos que se alejan…
¡Qué tristeza los barcos que se alejan!
Pero marca las tres
el escandaloso reloj
de la profunda noche.
Regreso tímidamente a los espejos
para buscar en un gesto íntimo
una sonrisa leve,
una lágrima huérfana.
© Beatriz Arias
Qué bellas imágenes Beatriz!
ResponderEliminarAbrazo.
Tere Vaccaro.
tan íntima, tan bella siempre tu literatura. dsusana zazzetti.
ResponderEliminarPrecioso, querida Beatriz! Beso grande! María Cecilia Piscitelli.
ResponderEliminarMuchas gracias Teresa
ResponderEliminarun beso
Beatriz
Gracias Susana. Un abrazo
ResponderEliminarBeatriz
Gracias Maria Cecilia. Un beso
ResponderEliminarBeatriz
Gus, muy agradecida por la publicación. Te mando un beso grande
ResponderEliminarBeatriz
Tan bellos, tus versos, Beatriz. Cuando leo tus poemas, me siento en casa, me tocan profundamente. Gracias. Un beso. Adriana "Dirbi" Maggio
ResponderEliminar"Una lágrima huérfana", solo a modo de muestra para tan rico poema. Pienso que uno se embarca a veces en demasiadas travesías, o puertos que son aventurados en apariencia, pero qué es el destino sin este viaje propuesto. He volado con alas propias al leer tu texto.
ResponderEliminarMe gusta mucho el modo de expresar cada imagen, y hacer que se sientan.
Saludos Beatriz