Pasaje
Una polilla se apagaba
se dejaba estrangular por las horas
agarrada a la pared de la sala de hospital
donde los vientres
estaban a punto de abrirse
supe que aun con su agonía a cuestas
quizás debido a ella
era todavía parte del mundo
porque al tocarla con mis yemas sentí
la gamuza de su cuerpo
recibirme humana
en su ser de insecto
¿te conté que antes de morir,
cuando no se aparean,
se vacían el útero de huevos
que están vacíos?
Estaba en eso cuando la acosté en mi mano
y el suyo era un cuerpo en coma
que reconocía la piel
con un profundo silencio
¿te dije que sus alas huelen como el polvo
acumulado sobre los muebles
después de una larga ausencia?
¿que es preciso desplegar muy grandes
los párpados para ver el salto inaugural
que la devuelve añeja, recién nacida
a la caricia del crepúsculo
guiando su último vuelo
de regreso a la tierra?
© Melisa Mauriño
Una unidad perfecta. Poema y foto, un gozo.
ResponderEliminarExcelente.saludos.
ResponderEliminarAnahí Duzevich Bezoz
Me encantó!
ResponderEliminarMuchas gracias, Gus! Y a quienes comentaron, abrazo!
ResponderEliminarMuy buen poema.
ResponderEliminarUn gusto leerlo.
Ana Romano.