Cuanto estábamos muy mal, a veces, nos llevaban a la enfermería.
Enfermería
¡No puede ser y avanzan!
¡No puede ser! y siguen avanzando.
Son mis pensamientos caminando
por las baldosas flojas de mis palabras.
Los doblo en cuatro,
lo doblo lentamente como si lo que pensase
fuese el paño húmedo que llevo sobre la
frente.
Dos pájaros se acercan a nuestras camas.
Mi compañera les pregunta quién de las dos
despertará mañana.
Ambos pájaros se miran y vuelan sin
contestar.
Nos dejan en el cuarto de la pequeña
muerte.
Pequeña como yo
callada y llena de vida.
—¡Soy tan fuerte, tan fuerte!
No te asustes de mí, escapemos juntas, si
quieres.
En mi sueño, alguien tira rosas al agua del
lavamanos.
Supe así que solo yo
había amanecido.
Ese día doblé muchas veces
el paño de mi frente.
© Blanca Lema
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