Separación
Una tarde,
después de la suelta de palomas, entre
los perros
que hociqueaban la tierra hasta agujerearla,
abrí los ojos.
Quizás la asfixia sobre el cuerpo de mi madre
hizo más
urgente la separación, el corte, el miedo
a la
distinta piel
que tanto disfrutábamos
después.
Mi pueblo
era mi casa y yo prefería los días de lluvia para dormir.
Había un
corazón maldito en la tormenta y su música
velaba
otros sonidos. Después, la intensidad produjo mutaciones,
cabezas en
frascos sobre las bibliotecas que ardían;
jardines y
terror, agua en oscuros matorrales alambrados
y armas
secretas entre las camisas. Pudimos morir
porque
estorbábamos
y, sin embargo, fuimos nuestro
propio sueño,
nuestra
propia pampa a instantes de quebrarse, erguidas
para honrar
a las que ya no están. Ahora
busco en lo
cotidiano: el gusto por haber dejado
de
menstruar, mi descendencia, el verso
que escribí
esta mañana, mi patria de columna roída
y cielos
extranjeros, la sílaba fangosa de esta hoja.
© Roxana Palacios
Excelente!
ResponderEliminarLa condensación, la historia, el antes y el ahora. ¡Una maravilla!
ResponderEliminarGracias, Olga🙏
EliminarMe hizo acordar al universo de Pedro Páramo. Excelente
ResponderEliminarAbrazo de Inés Legarreta
Gracias, Vale, Inés, por sus lecturas!!
ResponderEliminarQué bonito, cuánta ternura!
ResponderEliminarmuchas gracias!
EliminarHermosa poesía, Ro! Hondura y belleza!!
ResponderEliminargracias, Ceci!, por tu lectura y amistad.
ResponderEliminarUn texto magnífico en su concepción y profundidad. Te felicito, Roxana. Un abrazo. David Sorbille
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