CULEBRERO
¡Margarita!, dice él
a viva voz,
con alegre tonada paisa
y saca de una mochila oscura
y sucia
la iguana más verde,
más asustada
que jamás se haya visto
en la Plaza del Reloj
de Cartagena.
Un mundo ríe
y se apretuja
alrededor del culebrero
celebrando sus dotes
de adivino.
Viene de la ciudad de las flores,
Medellín,
desplazado por la pobreza,
a intentar suerte
con los turistas.
Mentira tras mentira,
deshilacha palabras
como un enamorado
mientras Margarita,
en amable quietud,
ignora, pobrecita,
que existe la explotación
del mundo de los saurios,
allá por Cartagena,
donde alguna vez
anduvieron mis pasos
para al fin detenerse
en Florencio Varela.
© Lydia Helander
Este poema, que por demás me encanta, lo leyeron el pasado domingo. Gracias por la magia de las letras.
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