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6/11/21

Poema de Gabriel Chávez Casazola

 


Plegaria del molinero

 

para Antonio

 

Es sabido que los duendes únicamente se aparecen a los niños

y para ser más precisos

a los niños que están dejando atrás la infancia

pues son ellos quienes se la llevan consigo

secuestrada

como al bebé del cuento de los Grimm,

nieto de un molinero

e hijo de un rey y de una molinera

celebérrima por hilar muy áureas pajas

y muy finas.

 

En el cuento,

la reina molinera e hilandera recupera al niño

al descubrir, por boca de un lacayo,

y luego pronunciar,

delante de aquel duende,

el nombre secreto que guardaba.

 

Concédeme, oh Rey, a mí, que soy apenas tu lacayo,

poco menos que un molinero de las palabras,

que un hilador de los sonidos,

poder develar y pronunciar el nombre de aquel duende

que se le ha aparecido a mi hijo esta mañana

   -un rumpeltiltskin lugareño, la verdad sea dicha,

   de ancho sombrero alón y camijeta—;

 

poder pronunciar su nombre, digo,

antes de que se vaya allá, muy lejos,

llevándose la infancia de mi niño

como se llevaron otros duendes las de todos

el día en que se nos aparecieron

y, sobre todo,

se nos

 

d  e  s  a  p  a  r  e  c  i  e  r  o  n

 

dejándonos ahí mismo, parados,

en medio del campo o de la calle o del patio,

convertidos en lo que somos:

 

apenas unos ex niños

unos pobres adultos

unos extraños que ya no creemos en los duendes.

 

© Gabriel Chávez Casazola

4 comentarios:

  1. Potentísimo! Excelente! Alfredo Lemon

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  2. Un poema que conmueve por su composición, su efecto sorpresa y los profundos sentidos que se abren con su lectura. Gabriel felicitaciones un maravilloso poema con sabor a pérdida y a ingenuidad y a libros infantiles amados y a tanto que tu poesía nos brinda.
    Gracias y un abrazo.
    Maju Druille

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  3. Magnífico; hace tiempo no creemos en nada. Se ha perdido todo encanto.

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