El primer muerto
Al primer
muerto nunca lo olvidamos
aunque
muera de rayo, tan aprisa
que no alcance la cama ni los óleos.
Octavio Paz
Mi padre
fue pionero en desgajarse del tapiz familiar.
Ningún
muerto posterior pesó tanto
selló con
lacre la caducidad de la vida.
Crujió la
tierra un siete de abril
–día de
lluvias menudas–
con
epicentro en la casa paterna
su brusco
desasirse de nosotros
arrastraba
consigo su caudal de palabras
nido casero
donde recalábamos
para
sentirnos seguros.
Advino
entonces un vértigo de padres vicarios
padres como
bastones de mangos pulidos
donde
apoyar la carencia.
Trucos,
para no
darnos de boca
en la tumba
siempre abierta
de nuestro primer muerto.
© Marta Ortiz
Marta Ortiz; qué fuertes todas estas palabras tuyas; es como si se abrieran en el momento que algunos pensamientos se cierran. Gracias.
ResponderEliminarJavier Rodríguez (L. Vinci)
Marta, tu poema es desgarrador, la muerte de un ser querido siempre lo es,lo que le agregan tus versos es la simpleza del vocabulario que remarca la hondura. No creo que pueda decirse mejor de lo que lo hacés.
ResponderEliminarGracias por tu devolución, Javier! Son palabras duras y fuertes, tanto como la experiencia que les dio origen. Imposible escribirla con palabras más blandas. abrazo!
ResponderEliminarMarta
Querida Bessi, tu comentario refleja exactamente eso que trasluce el poema. Gracias por tu lectura, tan atenta como la hondura que remarcás en las palabras que dicen lo que dicen allí. Abrazo fuerte! Marta
ResponderEliminarHay poemas,así este poema tuyo, que más allá de lo que dicen, de la belleza con que lo dicen, van directo al sentimiento de quien lo lee... y se ata un nudo de comunicación, de empatía.
ResponderEliminarAbrazo, desde mi primera muerte, que fue la de mi mamá.
Vero Capellino
Gracias por tu lectura y palabras, querida Vero! Esas primeras muertes nos marcan el camino para siempre! El nudo de empatía ya está atado, con fuerza, desde hace tiempo, entre nosotras! abrazo fuerte!
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