Una caja de
muertos
nada dice
de ausencias.
Y uno queda
allí
con ojos de
asombro
y hasta
desvía la mirada
hacia una
caja de madera
con
incrustaciones en plata o
en bronces
bien pulidos
y adentro,
tan lejana
sucede la
soledad eterna
de una
amiga
con cien
palabras de hierro
cien
palabras de pájaros
que ya no
habita la vida.
No. Una
caja de muerte
nada dice,
Graciela, que has partido.
Frente a la
caja de tránsito
mi cuerpo
desploma
un temblor.
Un grito seco. Todavía.
© Lidia Vinciguerra
Bello y doloroso poema in memoriam.
ResponderEliminarConmovedor poema.
ResponderEliminarAnahí Duzevich Bezoz
Bellísimo poema Lidia!! Me retrotrae al recuerdo de la amiga en común. Soy Beatriz.
ResponderEliminarRealmente hermoso y conmovedor .Abrazos querida amiga
ResponderEliminarHermoso poema, querida Lidia, abrazo enorme! Elena S. Eyheremendy
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