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18/8/21

Poema de Marx Bauzá

 


 

Lo tuvimos casi todo.

 

He intentado con vehemencia

estos días

salvar mis alegrías del hogar,

rosadas.

He podado sus hojas

putrefactas y muertas,

con extrema paciencia.

He estado atento

a la cantidad de agua que beben.

Las he puesto al sol

para que hagan fotosíntesis.

He invocado a los budas y bodisatvas,

en su nombre.

Le he pedido tanto a Dios,

en todas sus formas

para que sigan aquí,

a mi lado,

a pesar de todas

las inclemencias del invierno.

No tienen flores,

ahora

pero no me importa.

Solo quiero compartir con ellas

un día más

y sonreír

al verlas en el dintel de mi ventana

mientras friego los platos y ollas

y la espuma se escurre

lentamente

por la superficie de los platos.

Aunque hayas elegido

no compartir tu vida,

conmigo.

Aunque elijas dejarme una noche

y llamarme la tarde siguiente

para saber si estoy bien.

Aunque mis lágrimas

caigan

al fregadero

mientras escucho la voz de Dido:

No quiero mover ni una sola cosa,

podría cambiar mis recuerdos.

Aunque las letras de Adele

tengan más sentido que nunca:

Las cicatrices de tu amor me recuerdan a nosotros.

Me dejan pensando en que

lo tuvimos casi todo.

Vi morir las flores

y no me di cuenta

que te estaba perdiendo.

Quizás fue demasiada

felicidad.

Lo sé.

Te veo ahí.

Al lado de los lazos de amor

y ahí están los vasos

que usamos,

apenas ayer,

y más allá

las espinas de mi cactus

indemnes

entre las suculentas y petunias

violetas,

con el cielo gris

cemento

que me recuerdan a tus ojos

alejándose

diciéndome que seamos solo amigos.

 

© Marx Bauzá

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