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27/8/21

Poema de Elena Garritani

 


Cuerpo

 

Debo comer menos hidratos, tomar café descafeinado,

seguir el ritmo circadiano.

Ya no tengo el vientre plano, la cintura ceñida,

ni las piernas levemente separadas a la altura de la ingle.

Deja marcas el insomnio, los desvelos,

las lecturas prolongadas.

Entristece la piel, aja los sueños, cerca los ojos,

raspa la voz.

La luz del sol es amiga de la juventud, beben juntas

el licor que las desgrana.

Seducción, maldita estrella en mí, despilfarro cuidado.

El mandato estético de la época impone el canon de belleza.

He de armar un cuerpo sólido para atravesar la época: 

amo mi construcción, la he transpirado, equivocado, respirado.

Escrita está con tachas y enmiendas en el cuerpo,

cada día una escena detenida, pelo oscuro, labios rojos,

sombras azuladas, maquillaje mate beige

corrido tantas veces por el llanto y la risa sobre

el  hombro de la utopía.

La imperfección aparece de súbito, en el escote,

en la firmeza de la piel, en la mirada de los otros.

Cómo enmascarar mi eterna adolescencia,

la lolita que surgía a los ojos de aquellos

la mirada entrecortada por un dejo del alma.

El deseo de la carne desnuda la penumbra,   

escribe sobre la humedad del espejo la victoria en la derrota

y en la derrota, la victoria.

Bajo cruces invisibles yacen cuerpos, escorzo de huesos.

un gesto de ausencia sin mirada,                                                                                                                  

pero crece en la boca del musgo como un alfabeto de corales,

un nuevo sonido que se agita. Otro sentido en el coraje,

otra dicción en la desventura.  Un eco que se expande,

como  piedra en el agua, la palabra.

 

©  Elena Garritani

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