Cambia la
piel y la luz, el resplandor,
de hombres
soberbios y veloces
desciende
una lejanía inflexible,
cambia su
tiempo.
Cambian las
medidas, el aire, el tono de las flores,
declina el
verano, un río de imágenes
se
desvanece en el aire.
Cambia la
oscura ciudad, descienden terrazas
con
malvones de alturas desnudas y rojizas,
las
ventanas de la noche y un aroma húmedo del rio
que se
pierde conurbano y silencioso,
Como
guardar los nombres de la melancolía?
En qué
lugar se ha perdido el día radiante?
Hay nuevos
colores, otros brillos, otras historias
al
atardecer, cuando el viento se detiene y celebra,
todo
penetra en la frente del hombre, el que ama,
se esfuerza
e inunda de virtudes,
aunque se
demore y la vida no resplandezca.
© Daniel Arias
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