¿Es una
obviedad,
un lugar
común pensar
una y otra
vez que los árboles
“murmuran”
un idioma trabado
por el
viento?
Las
casuarinas
inventan
sobre el mediodía
un silbido
de notas afinadas;
sobre la
tarde austera de sol,
vuelve su
augusta melodía,
y descubro
que los árboles de esta vera
no “murmuran”, sino “cantan”.
© Juan Fernando García
Es verdad que cantan, los oigo también!
ResponderEliminarBesosss
¡Cantan! Grandeza del decir en tu poema.
ResponderEliminar¡Saludos y felicitaciones Juan Fernando!