INCLINA LA
CABEZA,
así se
queda.
Manso,
calmo como su vida,
con un algo
de enigma
y de sueño
en vigilia.
Remoto
apareces,
ahora, como
antes,
ausente. Lento y
lejano, te
vas aquietando
de a poco
cada día.
Mirando
fijo un punto
que no sé
si ve, allí solo enfoca
sus ojos de
ensueño.
Lo miro en
su firme presencia,
lo extraño,
lo dejo ser, despacio.
Él no lo
sabe, se acerca
a los
lugares del después, del nunca,
de la
entrega y la paz
anticipada.
© Hugo Echagüe
Hermoso poema atravesado por la ternura.
ResponderEliminarAbrazo
Gracias, Susana.
EliminarUn bonito poema
ResponderEliminarGracias.
EliminarGuau, y qué bello final..
ResponderEliminarGracias Hugo. ABrazos
Gracias, Cristian.
ResponderEliminar