Sabe que la
palabra arrecia
en sus
tormentas, desvela
la lucidez
del que esperando espera.
No hay, no
puede haber tarea más amarga
que anhelar
la migaja que estalla en el poema
si nada
dice nada cambia
el
proscenio del que en broma ataca
la
inmediata lírica inventada.
Que moje y
que refresque,
el nudo
estelar en que me hundo
Que moje y
que refresque
las manos
que esparcieron la semilla
Que moje
Que
refresque
que día a
día
su palabra
inicial
surja del
lodo del todo
que va a
dar a la nada
irremediablemente. Y más.
© Juan Fernando García
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