a veces el caballo alado y la mujer pájaro
se sientan al borde del oasis
cuando la luz de las estrellas suspira
el perfil de una palmera
y aguardan a calmarse (no el ansia inagotable,
eso nunca)
serenan la mente el hálito
que agitaran los vientos de Arabia
y las viejas tempestades
de un océano remoto
esperan una señal un llamado
que rasgue el fondo mismo del desierto
y los convoque al centro inmemorial
donde el sentido parpadee
como un astro
al que todo
(¡todo!) le concierne
© Graciela Perosio
Excelente! Me sumo y vuelo hacia ese todo! Alfredo Lemon
ResponderEliminarBellísimo poema Graciela, has metaforizado perfectamente esos miedos de perder ...tantos. abrazo. Marta Comelli
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