Y SIN
EMBARGO hay algo siempre bajo la superficie,
apenas
encubierto. Un guante vacío,
una mano de
nieve, una tierra oscura
que
amenaza. Un vaso ensangrentado.
Lo demás lo
sabés. No lo dijiste.
Lo cubriste
en un día sin fecha. Pero
aguantaste,
sin esperar nada
que no
fuesen palabras.
Junto a un
río interminable de noches sin espejos,
dos caminos
se abren. Una cesura
férrea los
une y los separa entre el
exorcismo y
un abismo de nada.
De nuevo,
la tentación
que ocultan
las palabras, que
siembra la
escritura.
(Una
bacante baila sola,
lejos,
junto a un río
nocturno, olvidado).
© Hugo Echagüe
Claras imágenes envuelven la fuerza de tu sentir poético. Alfredo Lemon desde Córdoba
ResponderEliminarMuy buenas imágenes en este poema.
ResponderEliminarAna Romano.