Poema de Sebastián Olaso
No hay
frontera, ni océano,
ni túnel ni escalera.
El campo de
batalla se ha quedado mudo.
Mudo de
rezos, de deseos, de deserciones.
Desierto de
toda estrella, de toda ola.
La sangre
se derrama entre las piedras.
Ni siquiera
pide que la muerte.
Ni siquiera
pide que no.
Mudo, mudo
de toda palabra salvaje o salvadora.
La guerrera
luz que se ha fugado del cuerpo
se ha
fugado también del mundo, del camino,
del arte de
esperar,
del oficio
de sentir, del mandato de creer,
de crecer,
de vencer, de afirmarse.
Desierta de
todo mañana, de toda caricia,
la médula del infinito
se deja
escurrir entre piedras apedreadas por el sol.
© Sebastián Olaso
Etiquetas: Sebastián Olaso
1 comentarios:
la médula del infinito a veces anda en nuestro corazón.Bello poema. tinA
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