Poema de Lidia Vinciguerra
Me siento
tan solitariamente sola sin la voz de mis hijos.
Si acaso
esa soledad me atravesara,
sería capaz
de perderme en el mundo.
Y hasta en
las cocinas que nutren panes y cebollas.
Vagaría la
soledad también en el cuarto de los recuerdos
y si en el
día de los credos aún no han cantado,
si no han
dejado su murmullo en mi frente
y si
todavía no he notado
ese ir y
volver de convincente andar por los clubes
y teclados
y búsquedas en Internet
amaría,
como amo, los mensajes de sms y los email
la música
alta y sus miradas de ojos a ojos.
Claro que
el siglo contrae el tiempo de padres e hijos.
Este
escrito fechado en la segunda década de un siglo
en donde el
mundo pronuncia su destino
de
horizonte y vaga dudoso,
entonces
será también incierto que alcancen a leer,
mis hijos,
este boceto
de melancolía.
Pero con
diez minutos de sus voces que amparan
una soledad
poblada de panes con verdines
y cebollas
con raíces tardías,
se volvería
menos austral.
Esta madre,
se quitaría entonces los trajes
que alivian
del frío,
con sólo
diez minutos de sus voces. Esta madre, se apagará algún día
trasvasada
por canciones
de un coro
de voces de hijos en la cocina,
amasando
panes en diez minutos,
entre
abrazos de diez minutos
y cortando
cebollas que atraen lágrimas, porque sí.
Y pensar
que esta imagen de soledad,
finalmente,
canta en diez minutos
una
mitología de saudades.
A mis hijos, por
supuesto
© Lidia Vinciguerra
Etiquetas: Lidia Vinciguerra
3 comentarios:
Esa mitología de saudade!! Bello
Abrazos
Cálido y profundo poema
Amorosa soledad llena de nostalgia de infancia. Abrazo
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