Génova
De mi
abuelo Edoardo, mi fascinación por la Toscana,
el horror
ante el aullido de la guerra,
heridas en
un hombro,
la diabetes
que le amputó las piernas a los 40,
su
clausura: una silla de ruedas.
De mi
abuela Lucrecia-su viuda-
el mutismo
que me asalta si el día
cae como
una plomada incierta.
Nunca
hablaba de sí misma, nunca.
Nos dejó
una foto con Evita.
Cuidaba un
baño en los bosques de Palermo.
De mi
abuelo Bruno, la voz de Caruso,
el ardor de
la Vanguardia Socialista,
Su padre
había venido por negocios,
Bruno se
quedó por todo:
el
hospital, la biblioteca, museo,
las clases
de idiomas y el socialismo.
En la
familia se decía que había tenido
una carta
de Sarmiento.
En tanto,
la abuela Angélica, contaba y contaba
historias
reiteradas como poemas homéricos
¡que se
repitieran!
Es por
Génova
que ahora
atrapo palabras ilegibles
en los
restos del pasaporte de Edoardo,
de allí que
acaricie una Divina Comedia
florentina,
que guarde un ejemplar
de la
Vanguardia, que adore Mar del Plata
como todos
ellos.
Cuando se
cierra la vida
quedan
tantas preguntas.
Si lo
hubiera sabido.
© María Cristina Chiama
En estos días estábamos viendo las historias de vida de los abuelos, recogimos lo que cada uno sabía. Esto fue encuentros. Tu poema me llevó a momentos de vida, a lugares ancestrales. Me emocionó.
ResponderEliminarAbrazos
Elisabet
Gracias Elisabet Cincotta. Me alegra el hecho de habernos comunicarnos humanamente.
EliminarBelleza que conmueve, la voz de los ancestros en tu poesìa. Gracias
ResponderEliminarGracias! Mi correo está mal es cristinachiama71@gmail.com!
ResponderEliminarMe conmueve mucho este poema
ResponderEliminarMisael
Bello!
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