El corazón
de amar cada segundo en donde dios se mira sin nombrarme
el corazón
que busca en el silicio el perdón de los siglos eclesiales
los caminos
del odio en el que cuelgan los judas iscariotes los traidores del pan
los
argonautas los apóstatas el cruel los perseguidos los gladiadores
al fin los
hechiceros los samurai el viento
los
soldados despedazando el trazo de la historia
el corazón
abierto enamorado el tatuado por siglos de ternura aquél que galopó con los
caballos a orillas de la mar y el infortunio
el corazón
del rey
del
vendedor de fugas en la cárcel
el corazón
que late en el poema que despertó a Eurídice del siglo que en el pecho del
muerto quedó vivo porque no muere sólo aquel que muere por morirse de a pie de
sinsabores el muerto por morir de muerte sola de muerte acostumbrada al
precipicio
al ocaso
sin luz sin nada nada al morirse sin paz al morirse de muerte solamente de
invierno de tropel sin primavera chillando como un cuervo en la negrura en el
sino del pez en el augurio
el corazón
que busca ser resplandor del hombre en
las tinieblas
ser la llama
votiva del auriga el laurel de un domingo y de rituales
el latido
de dios crucificado
el corazón
partido por la pena del niño que amanece sin futuro
el corazón
que apesta del malvado porque le crecen uñas oraciones de culpa y remolinos
el corazón
sangrando en lo que digo.
© Hugo Francisco Rivella
Celebrante de la naturaleza, sonámbulo del universo. Sos un gran poeta Hugo, alto más alto y de allí, la maravilla. Abrazo grande! Alfredo Lemon
ResponderEliminarUn corazón que late poesía siempre, sangrando en tantos y en la voz poética. Fuerte, profundo. Gracias por tu poesía siempre.
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