qué hueco de mis manos
qué dirección de mi pie
para que se reconozca lo único que quise
tocar
el único lugar hacia el que quise ir
Juana Bignozzi
Veintiuno de septiembre y tan modesta llega
este año la primavera: entre los jazmines,
la azalea blanca
ilumina mi terraza suburbana, trae en
reflejo
la otra puro estallido púrpura
su alegría bajando por Sarmiento hacia tu
casa. Juanita
hay que cumplir años
cada veintiuno de septiembre y esta primavera
escueta
te devuelve a mí con obstinación. Esa
azalea un obsequio
donde en espejo se hizo evidente el dejo:
poco
te importaban a vos plantas, infancias o
pequeñas
compañías domésticas. Juanita, rara nuestra
amistad
esa atolondrada que fui yo y en vos
la niña ogresa. Una princesa proletaria, en
cruzada
lúcida y fiera frente a todo
eso que no cumpliera tu norma: alta cultura
y el arte
su mascarón de proa. Suena hueco y me dejo
ir
dos torcazas anidaron la medianera
un barullo frágil entre azahares, enredaderas
y ellas ahí, su nido de restos, cables
plastiquitos
nimiedades hacen cobijo. Te cuento esto y
me veo
camino a tu casa la azalea púrpura
explosión de flores en tributo
esa dama que vos eras y yo
a mi modo punki te adoraba. Compartimos sangre anarquista
pertenencia a estirpes perdedoras, bien lo
sabías
tus relatos de Saavedra, el padre panadero
abrió para vos la ópera y el amor
por todo eso que en belleza fuga y
detiene el tiempo. De otro veintiuno es el mail
te cuento mi embarazo después de un año sin
pistas y al momento
vos respondés: soñé que me hablabas. Digo
esto cuando es septiembre
querría yo este aire durara siempre
pero se escapa tan firmemente como mi hija
cumple años cada año y vos
no llegaste a conocerla. Pienso si será
transitivo tu blasón
si quererte fue casi
amar a mi madre así de loca y voraz. Qué
escudo representa
tanta sed de gloria en la primavera
incipiente
me detengo en naderías, vos lo sabías y
llegás acá
para recordarme: qué hueco podré tocar,
adónde
dirigir los pasos en avance constante
querramos o no. Juanita, no hay cruzadas ni
guerras santas
este veintiuno mío ni siquiera veo
más allá de ese nido, tan precario su
cobijo tan
poquita cosa cuando te trae
a mí
de regreso. Así esta primavera
su respiración cruza cactus y plantas, me
recuerda
qué batallas enfrentar cuáles
hacer un lado y porqué se aman
estas cuestiones cercanas, su celebración
cada veintiuno de septiembre en regreso
aquello que florece y sabe, sí que sabe
también pasará.
© Andi Nachon
Qué buena descripción poética Andi. Hay luz de primavera florecida y renovada en tus palabras, en tus imágenes. Alfredo Lemon
ResponderEliminar