Rescataré tu prudencia y tus señales
de esta montaña hecha de silencio.
Regresaré a la tarde azafranada
cuando tus manos
olían a pan tibio, madre
y fundábamos mandalas
de pura luz de infancia
bajo los cielos húmedos del patio.
No han de volver aquellos días
lloro en la certeza
de todos los designios.
Alcanzarán tal vez
un ramito de incienso
y algún amen tardío
a resguardar para siempre
esta tristeza.
Soy todavía aquella niña
que buscaba las huellas
de las liebres
sin saber que la palabra
sería la luna prometida.
Aún huelen las tardes
a pan tibio, madre.
© Marta Elena Guzmán
Honras a tu madre con tu poesía. Besos
ResponderEliminarHermoso poema!
ResponderEliminarBesosss
Hermoso poema Marta , Abrazos
ResponderEliminarHermoso poema Marta , Abrazos
ResponderEliminarTiernas imagines!
ResponderEliminarDos condiciones entre otras,
ResponderEliminarfundamentan a la buena poesía:
Conmover y despertar nostalgia,
en este poema ambas se expresan
con generosidad.
Felicitaciones. Elisa Dejistani
Bello poema con olor a pan tibio! Un abrazo Graciela Barbero
ResponderEliminarquerida Marta Elena envio nuevamente bellisimo poema descriptivo ., con reflexiones sensibles, profundas , contenido y paisaje Felicitaciones y gracias un cariño
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