Blastema
Una víscera entre el pecho y la luna
una mancha en el mameluco
que no se diferencia de otras manchas
así, la tristeza
trabaja sin domingos
minero con herramientas de orfebre
cava túneles de gusano
hasta el derrumbe de las canteras.
No se va con un llanto, ni con dos.
La he visto crecer como un diamante
arrebatarme mis joyas de pan
en la subasta de los autorretratos.
He intentado hachar sus extremidades
de ajolote o lagartija
blastema en regeneración.
Preciosa y fecunda
en la sombra bonsái de los tubérculos
en la ceguera de Argos
con cien ojos clavados en las plumas.
Así estamos: agua y sal, indivisibles.
Quizá sea lo único real mientras sonrío
esta ofrenda de perdices moribundas
en la boca adiestrada de los perros.
© Claudia Tejeda
A partir del título, siento tu poema como una plegaria envuelta en una madeja sutil, casi invisible. Vamos por la supervivencia, una ardua regeneración. Te abrazo grande Alfredo Lemon
ResponderEliminarBello Claudia, es verdad, no se va con un llanto, ni con dos. Abrazo.
ResponderEliminarlo sabemos claudita: sus raíces son profundas,ni pico ni pala pueden. sólo el deseo tenaz de sobrevivir, porfiadamente. mi abrazo no te suelta. ni a tu bello poema. susana zazzetti.
ResponderEliminarBello,siempre bello.Gracias poeta.
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