Barrendero
Caminaba sobre el cordón de la vereda
con un equilibrio perfecto.
Decía que no barría basura,
sino planetas.
A su paso las alcantarillas lo saludaban
con flores tristes.
A veces, él, les daba las gracias.
En sus manos llevaba dos tumbas
dentro de dos bolsas de pan.
En una enterraba el odio,
en la otra la lástima.
Cuando yo me perdía sin entender,
miraba su cara.
Sus arrugas eran mis caminos de regreso
hacia la suavidad engañosa que tenía su
ropa
y el delantal de mi colegio.
Ambas suavidades se maceraban entre sí
confundiendo la edad de sus algodones.
—¡Que vivir sea difícil así me convenzo!
Extraño las voces ásperas de su escoba,
y extraño su cuerpo.
Su lumínico tetraedro.
Aún hoy viendo la basura,
encuentro pedazos de Plutón y Neptuno.
© Blanca Lema
Qué ternura! Me encantó!
ResponderEliminarGracias Adela
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