18/1/21

Poema de Andi Nachon

 


Te gustaba cuidar las plantas porque era

una manera de acariciar el futuro, de acomodarlo…

John Berger

 

Largos permanecen los tallos en sus manos, delicada los acomoda uno a uno

en el gesto forma cierta caricia, esa entrega entre sus dedos

cada ramo es estallido en perfume en sorpresa plena ella

hace suceder las fresias. John querido: tu mirada ahí se habría detenido

unas manos marcadas por trabajos, ya sé, jornadas sin fin del invierno al descampado

el don de cobijar contra viento y marea, eso

 

dicen estas manos cuando vuelven a mí en el corazón del traslado

estoy segura, vos también las habrías amado, querido John, entre extraños te convoco, surfeo

el malentendido del espacio tiempo que miente distancias si te encuentro

acá, cuando digo esas manos, su refugio, casi un nido para mi niña que ayer

cayó rendida apapachada en mis brazos. Una mirada capaz

 

conecta rastros, estos que vuelven a cada persona del vagón

persona como yo, como Mora o la señora de las flores, trazan un puente invisible, ese que

vos buscabas, John,  ahí donde pusiste algo más

que tu confianza. Dentro de la música voy

sin darme cuenta mis manos bailan la puerta, en equilibrio precario una joven

 

duerme parada las estaciones que se suceden y pasan. ¿Cuántas veces yo

recosté la cabeza en una espalda sin nombre cuántas mañanas

anhelé un subte fuera esas pistas donde una puede

descansar cuerpo y alma en la legión extranjera de otros cuerpos otras

almas? Se detiene la línea H: entra el tumulto de Once, gente sin cara que avanza, tambalea

 

la chica dormida a mi lado y yo la atajo. John, laten aquí también

aquellas manos de la vendedora y tu búsqueda, eso

presente entre cada cuerpo a veces

si abro los ojos, de soslayo, lo siento. Una a uno somos tallos, ramo

interminable de fresias hilado por cada mano, también acá cuando ella

 

despierta y dice gracias en sobresalto. Con el arranque veloz

su cara es la cara de Mora cada día al regreso

indómito que la trae del sueño a la vigilia como yo

convoco tu voz entre nos, John, confabulemos la arcadia, desdigamos

tanto horror para estos días donde el imperio contraataca. ¿Cómo

 

se sostiene cierta esperanza ante el miedo se hace firme

una mirada? John, equivoco la pregunta si olvido qué manera

permite frente a tanto ruido

reconocimiento que iguale cada cuerpo, la medida vasta de su tiempo: apenas

unos días. En la música voy,  me repito y digo la historia de otra forma

 

esta noche apapachada se la contaré a Mora: hay un joven John, una vendedora

esta chica dormida como yo cuando servía mesas y temía

cada mañana por llegar. Hay también latido y tiempo

ese que somos y nos pertenece: uno a una tallos, flores hiladas sin miedo

por cada mano ante el terror de estos días que somos y no

 

no son la arcadia, John, vos los sabías, confiaste

de soslayo la historia y esta noche yo

se la contaré a Mora. Así en el corazón del traslado se desdice

el malentendido del espacio tiempo y vamos: una a uno en la música

interminable de estas manos.

 

© Andi Nachon

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5 comentarios:

Blogger Ines ha dicho...

Excelente. Berger, la historia y las flores en cada verso hasta el final. Abrazo, Inés.

19 de enero de 2021, 12:15  
Anonymous Anónimo ha dicho...

bellísima esta " entrega entre tus dedos" susana zazzetti

19 de enero de 2021, 17:11  
Blogger Unknown ha dicho...

Adoro ese poema y el libro. Abrazo andi❤️

23 de enero de 2021, 14:58  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Me sentí parte de ese ramo.
Hermoso poema.
Verónica M. Capellino

1 de febrero de 2021, 20:40  
Blogger Unknown ha dicho...

Precioso poema.

14 de octubre de 2021, 13:45  

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