(F.M.I.)
En el altar las velas negras
se encienden.
Cae en el caldero un crucifijo
para la consagración.
El áthame con su hoja de hierro
traza el círculo donde se hará el conjuro.
Aquellos que arderán
están inscriptos en el pentáculo.
La ceremonia se eleva
a la tiniebla más profunda.
La savia amarga de la mandrágora
se mezcla en el cáliz
con sangre de inocentes.
El sacrificio está a punto de cumplirse.
Han convocado a Satanás para salvarnos.
© Silvina Anguinetti
Potente y comprometido. Muy bueno. Bravo Anguinetti! Alfredo Lemon
ResponderEliminarMuy buen poema amiga. Griselda Rulfo
ResponderEliminarAplausos, fuerte poema, muy certero.
ResponderEliminarAbrazo
Elisabet
Belleza que duele!!
ResponderEliminarBesosss
Excelente poeta Silvina Anguinetti!
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