Cadalso
Con alegría entrego el diezmo y no
pregunto qué hay a cambio.
Voy a tu abrazo a celebrar
el brillo de la hoja que caerá donde deba,
su tajo imprescindible, su perfume a mejor.
Te he dado mi cosecha: ahí fue
la lengua del abuelo
su traza de inmigrante
el nombre del vecino y la sombra
del perro pegada a la pared.
Sé que no hay daño en la cosquilla
de un filo sobre un cuello:
es cortar por lo sano, y si rodara una
cabeza
de hermano
que hubiera compartido
el olor de la sopa, si fuera necesario
hundir el instrumento como último recurso,
lo harías con cuidado, para no desgarrar
la carne si no es imprescindible.
Por el momento el trato es hasta aquí.
Me guardo los huesitos de mis hijos
como un as en la manga
por si no terminara de alcanzar
esta muestra de fe
para entrar en el reino.
© Estela Zanlungo
¡Guau, qué potente! Agradezco siempre la existencia de la poesía pero mucho más cuando se puede decir lo durísimo, lo tremendo a través de ella, como en este caso.
ResponderEliminarTremendo lo contundente de tu poema Estela, con muy buen ritmo y descripción. Guardar un as en la manga para entrar al reino. Qué buena imagen! Aprovecho para felicitarte también por un texto que leí hace unos días a propósito de la muerte del 10. Saludo desde Córdoba, Alfredo Lemon
ResponderEliminarAgradecida por esta publicación, Gus, pero sobre todo por el inmenso trabajo que llevás adelante al difundir poesía.
ResponderEliminarSiempre es intenso leer a Estela. Una voz poderosa.
ResponderEliminarGracias Gustavo, por traerla.
Fuerte voz poética, la de Estela. Un placer pasar y leer.
ResponderEliminarTremendo poema, querida Estela, inquietante, con la fuerza de tu inconfundible poesía y de las imágenes poderosas que creás! Felicitaciones!! Abrazo grande!!
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