Poema de Alejandro Méndez
Gospel
Me pidió naranjas 
de ombligo
con insistencia.
—Si no hay
no quiero otras.
El remedio para la tos
no era tan importante
ni siquiera el hecho
de que pasara la noche en vela
sin poder respirar.
—Son tan jugosas y dulces
que me dio un antojo.
Hice escala en la farmacia
para buscar el jarabe
y de ahí a la verdulería.
Viajé del centro al suburbio
con un kilo de naranjas mutantes 
que en la base del fruto 
desarrollaron una segunda 
naranja pequeña y atrofiada.
Caminé por el patio
y las plantas tropicales
hasta llegar a la cama.
Dos almohadas la elevaban 
en un puesto vigía
mientras la tos
la sacudía con un ritmo
irregular.
—Pelá una 
y dejala en el plato.
Me encandiló el sol 
que pegaba sobre el mármol 
blanco de la cocina.
Aun así pude separar los gajos
y echarles una bendición
para que se convirtieran
en medicina.
El plato azul rebosaba
de fruta hacía equilibrio
para no derramar nada
para que cada gota reluciente
llegara a destino.
Que abriera su boca 
y tragara 
no ya las naranjas
sino el fulgor 
que las atravesó.
© Alejandro Méndez
Etiquetas: Alejandro Méndez



6 comentarios:
Qué bueno! Me encantó tu poema Alejandro! Marta Rosa
Pude saborear este poema. Gracias!
Qué poema jugoso!! Buenísimo!!
Qué hermoso, Ale!
Qué hermoso, Ale!
Relato bello y jugoso. Muy bueno. Un abrazo
Graciela Barbero
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