Para Ariel
Antes de quedar sin trabajo
fuimos remiseros, albañiles, bomberos,
ferroviarios;
sempre obreros fuimos.
Pero al caer la noche siempre fuimos
lobizones. Siempre. Y comíamos
con una sonrisa afilada, con esas ganas
de abrirle al mundo la garganta.
Papá nos miraba. A veces tanto nos miraba,
que en sus ojos brillaba una gran bala de
plata
en lugar de lunas o de estrellas.
Tengo ese recuerdo roto por el carraspeo
de un sifón que siempre me despierta
en un bar de Flores donde nos veo
con un currículum y un vino. Nuestras manos
tiemblan
como
dos ramas. Cómo si algo
de ellas hubiera recién volado.
Algo que no podemos ver ni recordar;
pero que es tan bello
que ojalá que nunca te lo diga.
© Fabián O. Chazarreta
la belleza sirmpre es inesperada, pero llega como en este poema en un bar de Flores
ResponderEliminarConmueve por su decir poético de lo cotidiano circundante. Comprometido. Todos tenemos un recuerdo roto. Gracias! Alfredo Lemon desde Córdoba
ResponderEliminarBellísimo
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